Los turistas de Milei
Por Andrés Dauhajre hijo
Fundación Economía y Desarrollo, Inc.
Durante los primeros ocho meses de este año, la llegada de turistas extranjeros a nuestro país apenas creció en 51,395 turistas con relación al mismo período en 2024, un crecimiento de solo un 1%. Este bajo crecimiento refleja una marcada desaceleración en comparación con el 8% registrado en enero-agosto de 2024 vis-a-vis enero-agosto de 2023.
Para entender el porqué de la desaceleración, debemos sumergirnos en los datos del Banco Central (BCRD) sobre la llegada de pasajeros extranjeros, por vía aérea y por país de residencia. Al hacerlo, encontramos que la desaceleración fue provocada por la caída de 112,951 turistas estadounidenses, 46,669 canadienses y 18,395 europeos. Esta desaceleración no tiene nada que ver con factores de origen interno. No obedece a deficiencias del Ministerio de Turismo (MITUR). El menor crecimiento de la llegada de turistas tiene su origen en la desaceleración de la economía mundial, la consecuente debilidad exhibida por los mercados laborales y el creciente temor a quedar desempleado que se observa en las economías desarrolladas de Occidente. La preocupación se magnifica con la mezcla letal de la incertidumbre mayúscula y la volatilidad trastornadora del proceso de toma de decisiones alimentadas por el cambio dramático en la política comercial de EE. UU. y la gradual erosión de la independencia del Banco de la Reserva Federal. Este brebaje podría llevar a la principal economía del mundo a un escenario de estanflación. Ante semejantes perspectivas, no es de extrañar que los agentes económicos hayan decidido postergar, por el momento, los gastos no prioritarios, entre los cuales se encuentran los viajes de vacaciones.
Dada la caída de 178,015 turistas estadounidenses, canadienses y europeos en los primeros ocho meses de 2025, muchos podrían preguntarse cómo entonces fue posible que, en ese período, el BCRD registre un aumento de 51,395 en la llegada total de turistas extranjeros. Si nos adentramos en los datos observamos que, en los primeros ocho meses de 2025, la llegada de turistas argentinos aumentó en 140,705, mostrando un crecimiento de 83% con relación al mismo período en 2024. Mientras en enero-agosto de 2024 arribaron al país 170,011 turistas procedentes de Argentina, en enero-agosto de 2025 recibimos 310,716, de los cuales el 92% llegaron a través del Aeropuerto Internacional de Punta Cana.
¿A qué se debe el “boom” de la llegada de turistas argentinos a República Dominicana? Algunos podrían pensar que la campaña promocional que hemos ejecutado en Argentina ha sido el factor determinante. El 13 de mayo de 2023, el MITUR realizó una exitosa presentación en Buenos Aires con operadores, agentes de viajes y referentes del sector. A esto se suman las promociones y contactos permanentes que el MITUR mantiene con el fin de posicionar al país en el imaginario de los originadores, operadores, promotores turísticos y, sobre todo, en el de los potenciales turistas. Incluso, el 26 de agosto pasado, República Dominicana y Argentina firmaron un acuerdo de cooperación para fortalecer el flujo turístico bilateral.
Existe, sin embargo, un factor acelerador que podría reclamar este año la mayor cuota contributiva al “boom” de argentinos que han evitado que la llegada de turistas al país entrara a terreno negativo en 2025: la fuerte apreciación real del peso argentino frente al dólar que se registró a partir de febrero de 2024 y que se ha mantenido hasta agosto de 2025, lo que algunos denominan el período del “Súper-peso” y otros como el “atraso cambiario”. Entre enero 2024 y enero 2025, la apreciación real del peso argentino alcanzó 40%. ¿Qué significa lo anterior? Que, con un peso argentino fuerte y un cepo cambiario eliminado en abril de este año, los argentinos pudieron comprar dólares a un precio relativamente bajo y con más facilidad, hacer sus maletas e irse de vacaciones a la Riviera Maya o a Punta Cana. Al mismo tiempo, los extranjeros que fueron a vacacionar a Argentina regresaron con el mal sabor de que todo estaba muy caro.
La política de “Súper-peso”, “atraso cambiario” o apreciación real en Argentina opera como un cometa que regresa, pasa y vuelve periódicamente. Posiblemente, Argentina es el país de la región que ha utilizado con mayor intensidad el anclaje, la fijación o el control de la tasa de cambio para doblegar la inflación. El presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, se trazaron la meta de reducir la inflación lo más rápido posible. Han logrado reducir la inflación mensual desde 25.46% en diciembre de 2023 a 1.88% en agosto de 2025. Una parte de la reducción se logró estableciendo un ritmo de devaluación mensual del peso por debajo de la tasa de inflación mensual, lo que aceleró la llegada del cometa del “atraso cambiario” o la apreciación real del peso argentino. Esa política de apreciación real del peso argentino que ha prevalecido desde principios de 2024 y durante lo que va de 2025 explica una buena parte del “boom” de turistas argentinos que han llegado contra viento y sargazo a las playas de Punta Cana. Lamentablemente para nosotros, luego de los resultados de las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires del pasado domingo 7 de septiembre y en las cuales el peronismo superó con 13 puntos de diferencia a los candidatos de La Libertad Avanza (LLA), el partido del gobierno que encabeza Milei, los mercados no ocultaron su pesimismo, provocando una depreciación de 6.4% del peso argentino en apenas una semana, acercándose muy rápidamente al nivel de 1,478 pesos argentinos por dólar al límite superior del sistema de bandas que sustituyó al cepo cambiario a mediados de abril de este año.
A pesar de eso, el peso argentino todavía está sobrevaluado en cerca de 20%. Es difícil saber cuánto tiempo más el gobierno de Milei mantendrá la obsesión con el control del tipo de cambio. Quizás su equipo económico entiende que el traspaso de la devaluación a la inflación es completo, a pesar de que la evidencia reciente ha revelado que no lo es. Bajar de golpe una inflación de tres dígitos a un solo dígito a través del control del nivel o deslizamiento del tipo de cambio, generalmente, resulta en una estrategia fallida. ¿Por qué? Porque casi siempre desencadena costos políticos gigantescos debido a la contracción de la economía, el aumento del desempleo y la caída de la inversión inducida por las altas tasas de interés reales. Si la sensatez finalmente se impone, Milei promovería un sistema de tasa de cambio más flexible, aunque eso implique posponer por dos o tres años el alcance de la meta de inflación de un dígito. Si esto finalmente ocurre, es muy posible que la llegada de turistas de Milei a Punta Cana se desacelere.
¿Cómo podríamos compensarla? Imponiendo sensatez en nuestra política cambiaria. ¿Qué significa esto? Desmantelar la obsesión con el control del tipo de cambio que transmiten las autoridades monetarias en sus declaraciones, notas de prensa, resoluciones y reglamentos; liberar a la política cambiaria del estado de paranoia en que se encuentra; y llevarla a un marco de políticas que privilegien el crecimiento con estabilidad (diferente a “crecimiento con control de cambio”), la creación de empleos, la inversión privada y la acumulación real (no artificial con sobreendeudamiento público externo) de reservas de divisas.
*Los artículos de Andrés Dauhajre hijo en elCaribe pueden leerse en www.lafundacion.do