Por Andrés Dauhajre hijo. may 02, 2021

Nunca antes en su historia, los Estados Unidos habían llevado a cabo una movilización de personas como la que ha tenido lugar desde que, el 14 de diciembre del 2020, ese país inició la masiva campaña de vacunación contra el Covid-19.  En ese día, se registraron 200 mil nuevos contagios, cifra que alcanzó el nivel máximo de 307,516 el 8 de enero de 2021. En solo 4 meses y medio, EE.UU. ha logrado vacunar completamente más de 100 millones de personas, mientras que otros 48 millones han recibido una dosis. La campaña de vacunación ha logrado reducir el número de casos activos de 9.15 millones el 24 de enero a 6.8 millones el pasado 30 de abril.  El número de fallecidos por día ha bajado de un máximo de 4,490 que se registró el 12 de enero a 784 el 30 de abril. El acelerado ritmo de vacunación permitirá que New York, por ejemplo, alcance la inmunidad colectiva (75% de su población totalmente vacunada) en 2 meses.  EE. UU. la alcanzará en 3 meses.

 

El Covid-19 ha pasado una factura muy pesada a EE. UU. Más de 33 millones de estadounidenses han contraído el virus y casi 600,000 han fallecido. Frente a un virus desconocido, de oleadas múltiples y versátil en la generación de nuevas cepas o variantes, resulta perfectamente comprensible que el Gobierno de uno de los países más afectados por el mismo, adopte medidas preventivas para que su exitosa campaña de vacunación no tenga que enfrentar factores exógenos incontrolables, como los que podrían derivarse de viajes de millones de turistas estadounidenses a geografías con elevados niveles de propagación del virus.

 

Los dominicanos sentimos inconformidad porque al evaluar la situación del Covid-19 en nuestro país, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.  nos han colocado en categoría 4 (No viajar), al igual que se encuentran casi todos los países de la región, excluyendo a Belice (categoría 2) y El Salvador (categoría 3). Se ha planteado que esta acción del gobierno de EE.UU. no se justifica pues República Dominicana tiene uno de los menores niveles de letalidad de toda la región (1.31%), incluso menor que el de EE. UU. (1.78%). Este indicador, sin embargo, no es apropiado para definir los rangos de cada una de las categorías de anuncios de viajes.  Es la tasa de positividad, no la de letalidad, la que concita el interés de los expertos en control y prevención de enfermedades contagiosas como el Covid-19. En EE. UU., hoy día, de cada 100 PCRs procesadas por primera vez, 4.2 están dando positivo, lo que arroja una tasa de positividad (media móvil de 7 días al 29 de abril del 2021) de 4.2%.  En República Dominicana, la tasa de positividad (media móvil de 7 días) para esa misma fecha resultó ser 15.4%.  En consecuencia, la probabilidad de contagiarse del Covid-19 en nuestro país, en este momento, es 3.67 veces mayor que en EE. UU.  En New York, por ejemplo, la tasa de positividad del Covid-19 es de 2.0%; la nuestra es 7.7 veces mayor.  Es por eso que el Departamento de Estado, utilizando la recomendación del CDC, ha emitido el “travel advisory” de no viajar a República Dominicana.  En EE. UU., solo los estados de Idaho y Iowa tienen tasas de positividad mayores a la nuestra.

 

Es cierto que nuestra tasa de positividad es relativamente baja cuando observamos el mapa de la América Latina y el Caribe.  Lamentablemente, nuestra región ha sido y sigue siendo una de las más afectadas del mundo. Perú, Bolivia, Chile y Panamá, con tasas de positividad más bajas que la nuestra, también están colocados en categoría 4. ¿Es posible hacer algo para convencer al CDC que reconsidere nuestra afiliación a esa categoría? Creo que sí, pero va a tomar tiempo.  Para lograrlo, necesitaríamos imponer con mucha firmeza el uso mandatorio de la mascarilla y acelerar el proceso de vacunación.  Este último, lamentablemente, no es controlable por parte del Gobierno dominicano pues depende de la llegada de los millones de dosis de vacunas que hemos contratado con diferentes empresas farmacéuticas del mundo.  El Gobierno debería seguir intensificando sus esfuerzos para que lleguen las vacunas de Sinovac, mientras pide ayuda a la administración Biden a fin de que se nos asigne una cuota significativa de los 60 millones de dosis de la AstraZeneca que el gobierno de EE. UU. anunció que enviará a los países de la región para que puedan acelerar la vacunación.

 

Finalmente, convendría la incorporación, en un bloque separado de los boletines de Salud Pública, de las tasas de positividad en las geografías turísticas del país.  Sabemos, por ejemplo, que las estimaciones recientes de la tasa de positividad en Punta Cana-Bávaro ha caído por debajo del 4%, en parte porque la vacunación en ese polo turístico ha sido intensa. Hay hoteles que en apenas 5 días lograron vacunar el 80% de sus empleados. Es fundamental que esa información la manejen nuestros tour-operadores y forme parte integral de la campaña promocional del país.  Si finalmente el Tribunal Constitucional ratifica la constitucionalidad del acuerdo entre los gobiernos de EE. UU. y República Dominicana, para establecer el pre-chequeo en el Aeropuerto Internacional de Punta Cana, muchos estadounidenses, independientemente de las recomendaciones del CDC, percibirían a Punta Cana – Bávaro como un atractivo destino turístico “local” con una baja positividad de Covid-19. Mientras pedimos ayuda al Gobierno de EE.UU., ayudémonos nosotros mismos con decisiones que están en nuestras manos.

 


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