Una de las críticas más reiteradas al sistema de pensiones basado en la capitalización individual es que no puede garantizar al trabajador, cuando alcance la edad de retiro, una pensión tan elevada como las que garantizan los sistemas de reparto. En este artículo vamos a analizar la validez de esa crítica.
El modelo de capitalización individual es un sistema en el cual, lo que está definido, es la contribución del empleado/empleador, no el nivel de la pensión. Esta última dependerá del nivel de la contribución (cotización), del número de cotizaciones realizadas, de la rentabilidad que obtenga el trabajador en su cuenta de pensiones, la edad de retiro y la esperanza de vida.
Tomemos la data publicada por la OECD en “Pensions at a Glance 2019”. En esa publicación encontramos 21 países que tienen un pilar único, mixto integrado, o mixto en competencia, de capitalización individual. A esos 21 países, agregamos el caso de República Dominicana. Esa es la primera gráfica que acompaña a este artículo. El lector puede observar, en primer lugar, que las cotizaciones mensuales oscilan entre 2% (Noruega) y 24% (China). Se dará cuenta también que las tasas de reemplazo, es decir, las pensiones que pagan o proyectan pagar como porcentaje del salario, oscilan entre 5.9% (Noruega) y 79.4% (China). No tiene que ser economista para deducir que los niveles de pensiones tienden a ser más elevados en los países donde las tasas de cotización son más altas.
Bajemos al segundo gráfico. Aquí presentamos los casos de 26 países que tienen sistemas únicos o mixtos de reparto. Como puede observarse, las tasas de cotización oscilan entre 1.3% (Israel) y 33.0% (Italia). Por su parte, las tasas de reemplazo oscilan entre 18.0% (Israel) y 79.5% (Italia). Como se observa, aún en los sistemas de reparto, la evidencia internacional muestra que estos no pueden ofrecer una pensión o tasa de reemplazo elevada si las cotizaciones son bajas.
Algunos podrían preguntar el porqué omití presentar el caso del pilar de reparto público de Dinamarca en el cual la cotización es 0%. La razón es sencilla de entender. Dinamarca tomó la decisión de financiar ese pilar con impuestos. Para los que no lo sepan, Dinamarca es el país de la OECD con mayor presión tributaria (46.3% en el 2019). Por esa razón, con los elevados impuestos que cobra, puede pagar una pensión en el pilar público equivalente a 23.7% del salario (tasa de reemplazo). ¿Cuánto de los impuestos que cobra destina para pagar estas pensiones equivalentes al 23.7% del salario? 8.0% del PIB, el doble de lo que nosotros invertimos en educación. ¿Cómo entonces alcanza Dinamarca una tasa de reemplazo consolidada de 74.4%? Con el aporte del sistema privado de capitalización individual, el cual, con una cotización de 12.0%, genera una tasa de reemplazo de 50.7%.
Como se puede observar, la crítica que se hace al sistema de pensiones administrado por empresas privadas y basado en la capitalización individual es totalmente falsa. El sistema estatal de reparto de Italia, para garantizar una pensión de 79.5% del salario, requiere que el trabajador y la empresa aporten mensualmente el 33% del salario. En China, sin embargo, el sistema de capitalización individual genera la misma pensión, 79.4%, con una cotización de 24%, nueve puntos porcentuales más baja. En Holanda, tenemos la oportunidad de comprobar la eficiencia de los dos sistemas con la misma gente, la misma geografía y las mismas redes sociales, pero con diferentes administradores. En el pilar mandatorio estatal de reparto, el trabajador y la empresa aportan mensualmente el 18% del salario del trabajador a una fosa en la cual el dinero entra y desaparece al instante. ¿Cuál es la tasa de reemplazo que se le garantiza al trabajador holandés bajo el sistema de reparto? 29.0%. Gracias a Dios, los trabajadores holandeses cuentan además con un sistema privado de capitalización individual donde la cotización promedio es de 7.6% del salario, el cual, según la OECD, genera una tasa de reemplazo de 42%. En otras palabras, aportando 10.4 puntos porcentuales menos de lo que le exige el administrador estatal del sistema de reparto, la administración privada le provee una pensión 45% más elevada.
El tercer gráfico presenta todos los sistemas juntos y reburujados. Se observa que la tasa de reemplazo (TR) tiende a ser más elevada en los países cuyos sistemas de capitalización individual y de reparto tienen tasas obligatorias de cotización (TC) más altas. Ese resultado resulta previsible para los afiliados al sentido común. Sin embargo, en este mundo abarrotado de mentiras, odios y resentimientos, y que las redes sociales desnuda a diario, encontramos un resultado más impactante. En los últimos años, se ha desatado un ataque mortal contra las AFPs, aquí y en el resto del mundo no civilizado. Han sido el blanco de marxistas resentidos, populistas de izquierda y economistas “progresistas” en búsqueda de aplausos de millones de perfectos idiotas que habitan en las redes sociales. Las AFPs, según el credo populista, no aportan nada, se lo ganan todo, son una gran estafa. Piden su eliminación y el regreso de quién, según esta estampida de “trucutuses”, es el mejor administrador el mundo: el Estado.
Hay que dar gracias a la OECD pues, el publicar los datos de los diferentes sistemas de pensiones en el mundo, permite sacar a flote la verdad en medio de este pantano de mentiras y falsedades.
Pasemos a la cuarta gráfica. Allí presentamos las tasas de reemplazo y de cotización de los países con sistemas de capitalización individual (único, mixto integrado, o mixto en competencia). La gráfica muestra que, bajo este sistema, por cada punto porcentual (1%) de cotización, las AFP, en promedio generan 3.2% de tasa de reemplazo. Bajemos ahora a la quinta gráfica. Si está de pie, siéntese. En ella presentamos los resultados para los sistemas de reparto administrados por el Estado. ¿Resultado? Por cada punto porcentual (1%) de cotización, el Estado administrador, en promedio, genera una tasa de reemplazo de 1.5%, menos de la mitad de la que, en promedio, consiguen las AFPs para el trabajador en los sistemas de capitalización. ¿Quién entonces es el “estafador”? ¿Las AFPs o el Estado?
¡Basta ya de mentiras! No hay pensión gratis. Si queremos mayores pensiones, abordemos la reforma con seriedad. Aumentemos la tasa de cotización a, por lo menos, 12%; elevemos la edad de retiro a 65 años; reformemos el impuesto sobre la renta para que nuestras empresas puedan exhibir estados financieros transparentes y puedan cotizar en bolsa; y ampliemos la cartera de inversiones, para que las AFPs puedan, gradualmente, invertir en el exterior en acciones de empresas y bonos corporativos.