La reforma más importante ejecutada en República Dominicana en los últimos 20 años ha sido, sin lugar a duda, la creación del Sistema Dominicano de Seguridad Social que incluyó el establecimiento de un régimen de pensiones de contribución definida, fundamentado en el principio de la capitalización individual. Esta reforma fue promulgada por el presidente Hipólito Mejía el 9 de mayo de 2001, previa aprobación de la Cámara de Diputados que presidía la reformista Rafaela -Lila- Alburquerque y del Senado de la República que presidía el perredeísta Ramón Alburquerque.
Ninguna otra reforma despertó más interés que esta en el Roadshow en Frankfurt, Ámsterdam, Londres, San Francisco, Los Ángeles, Miami, Boston y New York de la incursión inaugural de República Dominicana en el mercado global de capitales, en septiembre de 2001, para la colocación de los primeros bonos soberanos. Los potenciales compradores de los títulos de deuda dominicana percibieron el impacto positivo que esa reforma tendría en la generación de ahorro nacional, en el desarrollo del mercado doméstico de capitales y en el desempeño de los bonos en el mercado secundario, en la medida que se permitiese a los fondos de pensiones incluir dichos bonos globales en su cartera de inversiones.
La reforma de pensiones del 2001 ha sido uno de los pilares fundamentales del progreso económico y social que ha exhibido la República Dominicana en las últimas dos décadas. La misma ha dado origen a un creciente ahorro interno que ha hecho posible el crecimiento con estabilidad, al eliminar la necesidad del financiamiento inflacionario del déficit de las finanzas públicas. De los RD$698,552 millones que los trabajadores dominicanos mantenían como ahorro para el retiro en sus cuentas de capitalización individual, al 30 de junio de este año, casi el 81% estaba invertido en bonos del Ministerio de Hacienda y certificados de inversión del Banco Central. Si el ahorro generado por el sistema de pensiones de contribución definida y capitalización individual no hubiese existido, la República Dominicana no habría podido registrar el envidiable crecimiento con estabilidad que la ha convertido hoy en la estrella que más brilla en toda la región, desplazando al Chile de la mapuche Loncón y al Perú de Droop-a-Long.
Este sistema, al dejar el resultado de las pensiones al esfuerzo individual, nunca ha sido aceptado por los socialistas que enarbolan las bondades del reparto en países con presión tributaria superior al 50% del PIB, los populistas que engañan a los trabajadores ofreciéndoles hoy para derrochar lo que les faltará mañana para sobrevivir, ni por los promotores del caos macroeconómico que entienden que sólo así podrán vengarse de un gobierno que no ha satisfecho sus deseos y aspiraciones.
Todos abrazan la botella del retiro anticipado del 30% de los fondos de pensiones mientras exigen la hoguera para las AFPs, entidades que, al haber invertido los aportes mensuales de los trabajadores y las empresas a las cuentas individuales de pensiones, han logrado que el total de aportes realizados a la fecha, ascendente a RD$279,421 millones, haya obtenido una rentabilidad de RD$419,131 millones. Reclaman el retiro para que los trabajadores puedan disponer de recursos para sobrevivir o darse un gustazo y, de esa manera, contribuir a la reactivación de la economía.
Los promotores de la devastación del sistema de pensiones y del caos macroeconómico parecen desconocer el conjunto de acciones fiscales y monetarias que comenzaron a ejecutarse desde abril de 2020, es decir, a los 15 días de entrar en vigencia las medidas de confinamiento en los hogares adoptadas por el gobierno dominicano para moderar la propagación de la pandemia del Covid-19 y, sobretodo, la contribución que estas medidas han tenido en la recuperación y reactivación de la economía.
En el ámbito fiscal, los programas de asistencia a trabajadores y hogares denominados Quédate en Casa, FASE y Pa’Ti, han producido una expansión del gasto del gobierno ascendente a RD$145,078 millones en los últimos 14 meses. Este monto excluye otros RD$44,075 millones correspondientes a incentivos y gastos para hacer frente a la pandemia. Por el lado monetario, los estímulos no tienen precedentes. Entre febrero de 2020 y junio de 2021, los préstamos del sistema bancario al sector privado, gracias a las facilidades otorgadas por el Banco Central, han aumentado en RD$252,575 millones. El aumento del crédito fue recibido por consumidores (RD$51,153 millones), compradores de viviendas (RD$50,282 millones), la industria manufacturera (RD$28,023 millones), proveedores de servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler (RD$13,704 millones), hoteles y restaurantes (RD$17,367 millones), microempresas (RD$13,397 millones) y los demás sectores de economía (RD$73,508 millones). A todo lo anterior se ha sumado el crecimiento acumulado de US$1,805.7 millones en las remesas familiares recibidas entre junio 2019 y junio 2021, lo que ha significado un incremento en el ingreso disponible de los hogares receptores de remesas ascendente a más de RD$103,000 millones. Sume el esfuerzo fiscal, el monetario y el de las remesas y obtendrá un total de RD$500,653 millones, equivalente al 72% del ahorro total acumulado por los fondos de pensiones.
Han sido estas acciones internas y externas para enfrentar los efectos económicos de la pandemia, liderada por la expansión del crédito estimulada por el Banco Central, las causas de la extraordinaria recuperación y reactivación que ha registrado la economía dominicana a partir del segundo semestre de 2020 pero, especialmente, durante el primer semestre de 2021. El PIB real ha aumentado en 13.3% en enero-junio de 2021 con relación al mismo período en el 2020, movido por el crecimiento de la construcción (42.2%), la manufactura doméstica (14.3%), y el comercio (10.7%). La última proyección que ha realizado el Banco Central indica que la economía dominicana podría terminar con un crecimiento en la vecindad del 10%, prácticamente el doble del 5% que había sido proyectado a principios de este año. Las ventas totales declaradas por las empresas a la DGII, que habían caído en 12.2% en enero-junio de 2020 con relación al mismo período en el 2019, aumentaron en 32.6% durante enero-junio de 2021 con relación al mismo período en el 2020. El número de cotizantes al sistema de pensiones, que había descendido en 452,206 entre junio de 2019 y junio de 2020, aumentó en 393,398 entre junio de 2020 y junio de 2021, indicando que solo restan 58,808 cotizantes para alcanzar el nivel de junio de 2019. Con la evidente recuperación del turismo y el avance significativo del proceso de vacunación, todo apunta a que la economía dominicana continuaría creciendo entre 6% y 7% en el 2022. En otras palabras, la recuperación habrá sido más rápida e intensa que la inicialmente prevista.
Visto lo anterior, ¿qué sentido tiene seguir con la cantaleta del retiro anticipado del 30% de los fondos de pensiones para poner a disponibilidad de los trabajadores formales que perdieron transitoriamente su empleo, 87% de los cuales ya lo han recuperado, la suma de hasta RD$209,566 millones? ¿Acaso un crecimiento del PIB real de 10% este año no refleja una asombrosa reactivación? ¿O será que lo que realmente se persigue es destruir la reforma más importante ejecutada durante la administración del presidente Mejía y, de esa manera, abrir las compuertas al caos macroeconómico que provoca el financiamiento con emisiones monetarias del Banco Central del déficit fiscal en países cuyas monedas no son de reserva? Lo que se persigue no es la reactivación de la economía sino la destrucción del sistema de pensiones y, con ella, el regreso al caos macroeconómico.